Historia
Según escritos de Mosén José Royo Borobia, inspirándose en lo que escribiera Ambrosio de Morales en 1574, el nombre de Cetina lo hace derivar de la localidad celtíbera Celtima, Certima tras la romanización, reconociéndola como dicha ciudad.
Joaquín Ibáñez Lacruz, Cronista Oficial de la Villa, rebate magistralmente esta evolución morfológica (Cfr. Ibáñez Lacruz, Joaquín: Quevedo y Cetina. Madrid, 1980. pag. 10) viendo la necesidad que encontrar otro origen etimológico al topónimo.
No obstante, se han hallado numerosas restos arqueológicas que ponen de manifiesto que estas tierras estuvieron habitadas desde la noche de los tiempos. Se han hallado restos paleolíticos en la llamada “Peña del Diablo”, restos romanos en diversos puntos…
La primera referencia a Cetina la encontramos escrita el Poema de Mío Cid, en su verso 547: “Entre Fariza y Cetina mio iba a albergar”, aunque hasta el siglo XII no encontramos referencias históricas concretas sobre Cetina. Le es entregado fuero por don Ramón Berenguer, príncipe de Aragón.
Lo que sí que es cierto es que Cetina, en una posición privilegiada desde la que vigila el Jalón va a jugar un papel muy determinante durante el siglo XIV en la Guerra de los Pedros entre Aragón y Castilla. En Mayo de 1345 Pedro IV manda cerrar el pueblo de murallas y dio 500 sueldos jaqueses para ayuda de los gastos que los vecinos tuvieron que hacer con tal motivo. El 27 de Abril de 1372 fue incorporada Cetina a la Comunidad de Calatayud dándole a esta todos los privilegios de ésta, motivando esto los grandes servicios que habían prestado a la Corona de Aragón.
En 1391 fue vendida a don Juan Fernández de Heredia por 500 florines de oro, con paz de retroventa que posteriormente la vendió con igual pacto a Gil de Ateca. El rey Martín el Humano en 1405 hizo donación del derecho de retroventa a Sancho Rodrigo de Liocri, quien la redimió en el mismo año y en su virtud quedó dueño absoluto de la Villa de Cetina, de sus términos y aldeas.
Durante toda esta época Cetina fue parada obligada de las comitivas reales, que, en cortes itinerantes se alojaron frecuentemente en Cetina, una de las mayores poblaciones de la Corona de Aragón durante gran parte de la edad moderna. Así, Cetina tiene la gloria de ser el último alojamiento en Aragón del rey Fernando el Católico, el 19 de Octubre de 1515 (Cfr. Ibáñez Lacruz, Joaquín: Cetina, última morada de Fernando el Católico en Aragón. Madrid, 2015. pags. 15; 67)
El año 1412 Sancho Rodrigo vendió de nuevo Cetina y sus aldeas a Mossen Gonzalo de Liñán, señor de Sisamón por 500 florines de oro. En 1545, extinguida la descendencia en línea recta de don Gonzalo de Liñán, fundador de la casa de los Liñanes de Cetina, pasó todo a su hermana doña Jerónima de Liñán que casó con D. Juan Fernández de Heredia, comenzando en ellos la rama de los “Fernández Heredia Liñán”. Posteriormente pasó todo a la casa de Parcent hasta la abolición de los señoríos en el siglo XIX.
Es de destacar la transformación urbana de Cetina con motivo de explosión demográfica durante los dos últimos siglos, que llevó a la construcción de más del 50% del actual casco urbano con amplísimas calles.